Pero la cuestión clave, la que incluso se hace el profano, es: si existen estos fan- tásticos sistem as digitales CAD/ CAM, tan sencilla y asépticam ente infalibles y clí- nicam ente efectivos, ¿por qué hay tontos haciendo m ásteres de ortodoncia full-tim e de dos o tres años? ¿Son diletantes a los que les gusta perder tiem po y dinero en estudiar crecim iento cráneofacial, biom e- cánica, biología del m ovim iento dentario ortodóncico? ¿Pasarem os los docentes universitarios de ortodoncia a engrosar las cifras del desem pleo? Vivim os una sociedad VICA (voluble, incier- ta, cam biante y am bigua), donde los valores tradicionales se han trastocado por una éti- ca de fluidez m ercúrica, que solo responde a las necesidades del m ercado. El m ercado, y sus exigencias consum istas, son la única guía de las decisiones políticas. Ya no vivim os en una sociedad donde la excelencia sea un un valor de referencia, com o la oclusión ideal, sino en en una situación en la que el hom bre-m asa de Ortega, aquél que flota y se deja m ecer al com pás de las m areas de la m oda, que solo sabe exigir derechos, y subvenciones, se ha convertido en legión, pegado a un teléfono m ás inteligente que él, m ientras vive feliz en la im personalidad de la m ediocridad. La excelencia, el gobierno y poder de los m ás sabios y preparados, está siendo des- terrado por lo que da votos: el populism o m ás ram plón. La incultura de las nuevas generaciones, reflejada en el espejism o de las redes y los youtubers, pintan un som brío panoram a post-Covid 19. A la crisis sanita- ria y económ ica se va a sum ar una devasta- dora crisis cultural. Poco podía im aginar, a m is sesenta años, que tuviera añoranza de la dicotom ía nietzscheana entre la m oral del superhom bre y la del esclavo. nivel que el bronceado, la m anicura o la depilación, sin la m ás m ínim a preocupa- ción por la salud del cliente, antes paciente, obligado a firm ar com o principal y único responsable de todos aquellos problem as y desastres que puedan originar los aparatos precocinados dispensados en cadena por la franquicia. La frivolidad se hizo dentista, y habitó entre nosotros: Que el aparato pro- duce problem as periodontales, la culpa es del paciente. Que el aparato produce una m ordida abierta posterior y problem as de ATM, la culpa es del paciente. Que el apara- to no funciona, la culpa es del paciente que no se lo pone lo suficiente. Muchas de estas clínicas de una sola téc- nica, y m uchos de los plástico-adictos, lim itan sus objetivos a las exigencias del paciente, que reduce su m aloclusión a se- ñalar con su dedo “el diente m al puesto”, sin reparar en su Clase II, discrepancia y protrusión dental, m ordida cruzada pos- terior y m ordida abierta. Es norm al que los pacientes sean así y que reduzcan sus problem as a lo que ven, a los seis dientes anterosuperiores (los “social six”). Pero es nuestra m isión ética y profesional ejercer la pedagogía del diagnóstico y, una vez analizado y explicado todo, que sea el pa- ciente inform ado el que tom e la decisión. Si los pacientes supieran lo que se tiene que conseguir con un tratam iento de orto- doncia, otro gallo cantaría. Pero la sim ple devolución del dinero, sin reclam ar daños y perjuicios, es una m agnífica solución a los conflictos para los seudoem presarios del alineador. Es en este escenario donde hay que incar- dinar estas clínicas “take-away”, en la frivo- lidad de considerar la ortodoncia al m ism o Es cierto que no se ve lo que no se cono- ce y esto le pasa a m uchos neófitos de la ortodoncia, que al no tener un m ínim o de form ación son incapaces de ver, ya no digo diagnosticar, los diferentes com po- nentes de la m aloclusión. En resum en, y esto es la clave de la cuestión, que por el m ism o precio (o superior), solo van a po- der conseguir un pobre resultado lim itado al diente digitalm ente señalado (esto es el diagnóstico digital para ellos). Existen dentistas-Marca, que en lugar de vender su nom bre, conocim ientos y servi- cio personalizado, venden una m arca de alineadores, destacando los títulos dados por esa m arca (m aster platinum del uni- verso) en pago al consum o de alineadores; y existen tam bién dentistas-Pinocho, a los que adm iro por su capacidad de conven- cer al paciente de que es el paciente, y solo él, el responsable de los fracasos clínicos del dentista. Son “profesionales” que le dicen al paciente que “eso”, una m ordi- da cruzada posterior, no es im portante, o que “ya está”, que hasta aquí es lo que puede llegar a hacer el aparato o, ante una desviación funcional m andibular, que no tenga la “m anía” de torcer la boca y que aprenda a m order recto. No son pocos los que tienen am bos títulos (Marca y Pino- cho). Caraduras los hay en todos lados y todas las profesiones. Com o n adie va a pon er puertas al m ar y m ucho m en os lim itar el ejercicio profe- sion al, y m en os en tre especialidades de la odon tología (véase el rotun do fracaso en Españ a y en todo el m un do de las socie- dades cien tíficas y profesion ales de orto- don cia en este terren o), yo solo veo un a solución a este problem a, un ívoca, clara y diáfan a. Con la m an o en el corazón soy de los con ven cidos que la Ortodon cia es un a especialidad m uy particular de la Odon - tología, cada día m ás cerca de la m edici- n a (véan se otros artículos m íos en Den tal Tribun e). Los sorpren den tes resultados de las actuales técn icas en ortopedia den - tofacial en el adulto, disyun cion es n o qui- rúrgicas tipo MARPE, preven ción y trata- m ien to paliativo del Sín drom e de Apn ea Obstructiva del Sueñ o, la ron copatía, el bruxism o, toda la patología disfun cion al y de ATM de com pon en te oclusal o el di- señ o de son risa (que n o es n ada sin el co- rrespon dien te tratam ien to de ortodon cia en la m ayoría de los casos), por n o hablar de la in creíble capacidad para m odelar el crecim ien to de la cara de n uestros hijos, n os hacen sen tir dichosos y orgullosos de haber escogido esta especialidad. Solo u n ler do ign or an te pu ede cr eer qu e todo el cu er po doctr in al y biom e- cán ico de n u estr a especialidad es u n diver tim en to teór ico y qu e el ejer cicio clín ico se r edu ce a pegar br ackets m á- gicos o colocar plásticos, sin r ealizar n in gú n tipo de diagn óstico o bajo las dir ectr ices, diagn ósticas y ter apéu ticas, de pr ogr am ador es totalm en te ajen os a la odon tología. Por eso, porque sé lo que cuesta, en tiem - po y esfuerzo, form arse bien en nuestra especialidad, y soy consciente de la fata de líderes y del actual descontrol de los tratam ientos “take-away”, la solución pasa por una sencilla regla: inform ar al paciente de lo que debe exigir y reclam ar en su tratam iento de ortodoncia y ayudar a éste (y m e dirijo a Colegios Profesiona- les y sociedades científicas y políticas de la Ortodoncia), m ediante un concienzudo peritaje, a realizar la oportuna denuncia, pidiendo daños y perjuicios, m ás allá de la sim ple devolución del dinero. Esta cam - paña inform ativa ha de ser fuerte y po- tente, con un gabinete de com unicación y de abogados bien pagado, que em piece por explicar al paciente lo que le quieren hacer firm ar. Este es, de verdad, el único cam ino para intentar solucionar todo este m arem ágnum de desprestigio profesional tan perjudicial para el paciente.