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Dental Tribune Hispanic and Latin American Edition

DENTAL TRIBUNE Hispanic & Latin America La anecdota, cierta o falsa, retrata bien la obsesión de Turner por el mar y, más específicamente, por el mar enardeci- do: por su poder destructor de navíos y hombres, por esas tormentas apocalíp- ticas que desatan inmensas olas y ma- reas, muchas veces mortales. La extraordinaria fuerza de los elemen- tos —que nosotros sólo recordamos periódicamente cuando terremotos y huracanes nos azotan— fueron una obsesión de los escritores y pintores románticos del siglo XIX, que veían en la naturaleza tanto un reflejo de las emociones humanas como del poder de Dios, aunque ya sin los tintes religiosos de la Edad Media. Turner evoca continuamente ese poder natural, mayor que el de todos los hom- bres, en decenas de lienzos en los que el mar es el protagonista principal. Pero sus cuadros no son los típicos paisajes descriptivos de escenas campestres o marítimas, sino la síntesis de un ins- tante sobrecogedor: la aparición de un poder ultraterreno, devastador e impla- cable, en la tierra o en el mar, retratado con una pavorosa belleza. El mar, los cielos y el fuego son tres constantes en su obra, justamente fa- mosa por cuadros como «El incendio de las Casas del Parlamento» (1835) o «El Temerario remolcado para el desguace» (1839). Turner, como un reportero gráfico ade- lantado a su tiempo, pintó «El incendio del Parlamento», un gigantesco sinies- tro presenciado por miles de personas en Londres, que consumió la Cámara de los Lores y los Comunes y destruyó la mayor parte del Palacio de Westminster en 1834, hecho que él mismo presenció. El símbolo de una época «El Temerario» por su parte se refiere al buque de la marina inglesa «HMS Temeraire», que participó en la famosa Batalla de Trafalgar —que también pin- tó—, donde pereció el almirante Hora- cio Nelson. El cuadro de Turner, parte de la colección de la National Gallery de Londres, rinde honor al navío y lamen- ta su destino, que simboliza también el comienzo del fin del imperio británico. El propio Turner fue testigo del evento. Como el lienzo del incendio, es un cua- dro apocalítico que señala el fin de una era, si bien de una manera más triste y resignada. No hay aquí grandes olas que azoten el navío, sólo un ocaso, con el sol bajo y a punto de desaparecer por la línea del el horizonte. Por su parte, el buque conocido popularmente como «El luchador temerario», es sólo una gran silueta blanca, espectral, arras- trada o humillada por un pequeño re- molcador, que sería desguazado poco después en la desembocadura del Tá- mesis. Las grandes glorias de Inglaterra pa- recen desaparecer como la silueta náutica en este cuadro de Turner, que algunos equiparan con la impetuosa llegada de la era industrial y con una reflexión del pintor sobre su propia vejez. Curiosamente, no hace mucho, en 2005, los británicos eligieron «El Te- merario» como el mejor cuadro inglés de todos los tiempos en una votación pública. Este y otros muchos cuadros de Turner son objeto de una exposición en el Mu- seo Marítimo Nacional de Londres titu- 30 Arte & Cultura El implacable mar de Turner C uenta la leyenda que el pintor inglés Joseph Mallord William Turner (17751 - 1851) se ató al mástil de un barco para experimentar en toda su intensidad el fragor de una tormenta en el mar, como hiciera Ulises para oír el canto de las sirenas durante su largo viaje a Itaca. «Estibadores cargando carbón a la luz de la luna» (1835), óleo sobre lienzo de JMW Turner «Balleneros» 1845) de William Turner (cuadro llamado «Whalers» o «The Whale Ship»). ©NationalGalleryofArt,Washington ©MetropolitanMuseumofArt Por Javier de Pisón