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Dental Tribune Hispanic and Latin American Edition

DENTAL TRIBUNE Hispanic & Latin AmericaArte30 Moctezuma II pensó que se trataba de Quetzalcóatl, ya que los aztecas creían que ese dios mitológico iba a regresar en un año 1 caña, que era precisamente el que entonces trans- curría, y envió embajadores para re- cibir a Cortés con grandes obsequios, entre ellos oro y tres conjuntos de ro- pas para vestirlo, asociados cada uno con tres dioses diferentes. Cortés se mostró complacido cuando lo vistieron con el traje de Quetzal- cóatl y respondió entregando cuentas de vidrio verdes y amarillas, una si- lla y un casco que, a los ojos de los mexicas, evocaba al dios de la guerra Huitzilopochtli, lo cual aterrorizó a Moctezuma Xocoyotzin. Se cree que el llamado Penacho de Moctezuma, por la riqueza de su con- fección, pudo ser uno de los muchos obsequios que el líder azteca regaló al conquistador. Este tipo de prendas de plumas indicaban el rango de los príncipes, dignatarios, sacerdotes y guerreros aztecas. Un penacho para el rey Cortés por su parte envió estos ob- sequios al rey Carlos I de España y V de Alemania, que entonces residía en este último país. El inventario enviado a ese rey de la dinastía de los Habsburgo describe el penacho así: «Y ten mas de una pie- za grande plumajes de colores que se ponen en la caveza en que ay a la redonda della sesenta y ocho piezas pequeñas de oro que sera cada una como de media cuarta y debxo dellas veynte torrecitas de oro». La historiadora e investigadora mexi- cana Carmen Cook de Leonard afir- ma que esta pieza es solo uno de los muchos penachos que poseía Mocte- zuma. Es sabido que los tlatoanis o reyes az- tecas no usaban penachos, sino una diadema llamada copilli, que era su símbolo de poder. Es probable incluso que no sea un tocado, sino una capa de plumas o quetzalquémitl, prenda utilizada en ceremonias religiosas. Si perteneció o no a Moctezuma Xo- coyotzin, si fue un regalo para Cor- tés o si era usado por sacerdotes en rituales religiosos son algunas de las incógnitas que rodean a esta singular pieza, compuesta entre otras cosas, por más de 400 plumas de quetzal. El quetzal era tan preciado, que ma- tar un ave sin permiso estaba penado con la muerte. Las nuevas tecnologías han permitido realizar ahora un análisis detallado de la sofisticada fabricación de la pie- za y, gracias a las modernas técnicas de restauración, se ha recuperado el penacho en todo su esplendor. Tanto el Museo de Etnología de Vie- na, donde se ha realizado la restau- ración conjunta por expertos mexi- canos y austríacos, como el Museo de Antropología de México, lo llaman “El Penacho del México Antiguo”, título también de un libro donde se publican los resultados de las inves- tigaciones. Un tocado mitológico La exposición, inaugurada el pasado 15 de noviembre en el Museo de Et- nología de Viena y titulada “Penacho: Esplendor y Pasión. El Penacho del México Antiguo en Viena”, es el resul- tado de un laborioso trabajo de res- tauración que ha tomado ocho años. Tanto así, que el penacho ha sido co- locado en una vitrina especialmente diseñada para salvaguardar la integri- dad de las delicadas plumas, que tie- nen más de 500 años de antigüedad. Su fragilidad es tal, que los expertos han descartado enviarlo a México por avión para ser expuesto en ese país. La exposición incluye entre otros ob- jetos, un escudo o chimalli azteca, un abanico de plumas, dos mosaicos de plumas sobre madera y una escultura de Quetzalcóatl, todos los cuales apa- recen en estas páginas. Alfonso de María y Campos, director del Instituto Nacional de Antropolo- gía e Historia de México, explicó que en el México azteca las plumas tenían un valor superior al oro, por su deli- cadeza y dificultad para conseguirlas. Las plumas eran de hecho una forma de tributo que pagaban las regiones vasallas al gran imperio azteca. En la sociedad azteca o mexica, los amantecas eran los artesanos que se dedicaban a la confección de atavíos y ornamentos compuestos de plumas finas. El nombre de amanteca deriva de la palabra nahua Amantla, zona donde residían y forma de unidad social y artesanal propia de los mexi- cas. Después del documento mencionado, el penacho se menciona por segunda vez en Austria, en el inventario de la Armería del Archiduque de Austria Fernando II, compilado en 1596. Más tarde, el estudioso y explorador Fer- dinand von Hochstetter descubre el tocado y reconoce su importancia y, finalmente, es depositado en el Mu- seo de Etnología de Viena, inaugura- do en 1928. Sea o no de Moctezuma II, se trata de un penacho único en su clase, que puede verse después de mucho tiem- po en el citado museo. Recursos • Museo de Etnología de Viena: www.ethno-museum.ac.at El misterio del Penacho de Moctezuma E n la primavera de 1519, el último mandatario del imperio azteca, Motecuhzoma Xocoyotzin o Moctezuma II recibió la noticia de que habían llegado a la costa del caribe mexicano, a Potonchan, en lo que es hoy el estado de Tabasco, hombres barbados de piel blanca, que montaban sobre extrañas bestias. Por Javier Martínez de Pisón Crédito: © KHM mit MVK und ÖTM / www.ethno-museum.ac.at Escudo que muestra a una figura mitológica del panteón azteca (México, siglo XVI temprano). Esta hecho de plumas de espátula rosada (roseate spo- onbill, ave similar al flamenco), cotinga, quetzal, oropéndola mayor, zanate mexicano, oro, caña tejida, cuero, algón y piel de liebre. DENTAL TRIBUNE Hispanic & Latin America Antes de la llegada de los españoles, Moctezuma II observó desde su palacio un cometa que surcó el cielo de Tecno- htitlán. El mandatario dedujo que era un anuncio del regreso de Quetzalcóatl, como se indica en el Códice Durán. Así lo advirtió el propio dios cuando partió para Tula en el año 999.